Microbios antiguos revividos del permafrost: el hallazgo que inquieta a la comunidad científica y alerta sobre el cambio climático

El avance del calentamiento global está revelando fenómenos que hasta hace pocos años pertenecían solo a la teoría. Uno de ellos es el despertar de microorganismos atrapados durante milenios en el hielo permanente del Ártico. La reciente reactivación de microbios procedentes del permafrost de Alaska, congelados durante aproximadamente 40.000 años, encendió nuevas alarmas entre especialistas que investigan los efectos del deshielo acelerado en la región.

El permafrost —una capa de suelo que permanece congelada durante largos períodos— cubre vastas extensiones del hemisferio norte y funciona como un enorme reservorio natural. Allí permanecen retenidos gases, restos orgánicos y microorganismos que nunca habían interactuado con el mundo actual. Con las temperaturas globales en ascenso y los veranos cada vez más prolongados en el Ártico, esa barrera natural comienza a deteriorarse, liberando elementos que antes estaban completamente aislados.

El estudio difundido por ScienceAlert sostiene que un grupo de investigadores consiguió reactivar microbios que permanecían congelados desde la última glaciación. Al someterlos a condiciones favorables de humedad y temperatura, los organismos recobraron su actividad metabólica y, en poco tiempo, comenzaron a consumir materia orgánica y a liberar metano y dióxido de carbono, dos de los gases de efecto invernadero más potentes.

Los científicos remarcaron que el proceso de reactivación no fue inmediato. Los microorganismos necesitaron cerca de seis meses para adaptarse y alcanzar niveles altos de actividad. Durante ese período, su crecimiento fue pausado pero constante, lo que demuestra que incluso organismos que permanecieron en estado de congelación durante decenas de milenios pueden volver a funcionar sin inconvenientes una vez que encuentran un ambiente propicio.

Este comportamiento refuerza una preocupación global: el círculo de retroalimentación climática. A medida que el planeta se calienta, el permafrost se derrite. Ese deshielo libera microbios capaces de producir gases que aumentan aún más la temperatura global, lo que acelera, nuevamente, el deshielo. Para los especialistas, este mecanismo actúa como una especie de “reloj climático” que avanza en silencio mientras las temperaturas continúan subiendo.

Aunque los científicos aclaran que los microorganismos detectados no representan un peligro directo para la salud humana, el verdadero impacto radica en su capacidad de modificar la atmósfera y contribuir al cambio climático. El deshielo del permafrost no solo libera gases atrapados durante miles de años, sino también microorganismos que pueden reanudar procesos biológicos intensivos al volver a la vida.

La investigación subraya que el riesgo no proviene de un evento aislado de calor, sino de la tendencia sostenida de veranos más extensos y cálidos. Ese escenario ofrece a los microbios antiguamente congelados el tiempo suficiente para reactivarse y multiplicar su actividad metabólica. Cada temporada de deshielo un poco más larga amplifica el fenómeno, convirtiéndolo en un desafío ambiental significativo.

Los expertos advierten que estamos ante un recordatorio de las consecuencias profundas del cambio climático. Aquello que alguna vez quedó congelado en el pasado está comenzando a despertar de manera gradual, y su influencia podría marcar el rumbo del clima en las próximas décadas. El hallazgo representa tanto una señal de alerta como una invitación a reforzar las políticas globales destinadas a mitigar el calentamiento del planeta y proteger los ecosistemas que todavía se encuentran en equilibrio.