Lo que realmente pasa cuando besás con lengua: la ciencia detrás del beso más íntimo
Aunque para muchos sea simplemente un gesto de pasión o una expresión de romanticismo, lo cierto es que el llamado beso francés es mucho más que un momento íntimo entre dos personas. La ciencia ha demostrado que este tipo de beso activa una compleja combinación de procesos físicos, emocionales y neurológicos que impactan directamente en el cuerpo y en el cerebro. Detrás de lo que parece un acto simple, se esconde una verdadera revolución biológica que pocas veces tomamos en cuenta.
Cuando dos personas se besan con lengua, ocurre un intercambio de saliva que va mucho más allá del contacto físico. Según investigaciones publicadas en la revista Microbiome, se transfieren entre 10 y 80 millones de bacterias. Aunque a simple vista pueda parecer poco atractivo, este fenómeno tiene una explicación evolutiva. El cuerpo humano interpreta ese intercambio como una fuente de información biológica: en la saliva se encuentran feromonas, proteínas y antígenos que el cerebro utiliza, de forma inconsciente, para evaluar si la otra persona es compatible genéticamente.
Este beso no solo transmite señales químicas; también dispara una serie de reacciones hormonales. Al producirse, el cuerpo libera dopamina, que genera una sensación intensa de placer y motivación; oxitocina, que fortalece los vínculos emocionales y crea cercanía; serotonina, que mejora el estado de ánimo; y adrenalina, que acelera el corazón y provoca esa clásica sensación de “mariposas en el estómago”. Esta mezcla puede provocar un efecto eufórico comparable con algunas sustancias recreativas, según explican los expertos en neurociencia.
Por otro lado, el beso con lengua también representa un estímulo físico poderoso. Estudios de la Universidad de Rutgers, en Estados Unidos, revelaron que este gesto activa más de 30 músculos faciales y desencadena la acción de miles de neuronas sensoriales. Además, involucra al menos cinco nervios craneales distintos, lo que transforma el beso en una experiencia totalmente multisensorial: gusto, tacto, olfato, oído y percepción emocional se combinan en una sola acción.
A nivel cerebral, se encienden zonas clave como el cuerpo estriado, vinculado al placer, la recompensa y el aprendizaje. Esto explica por qué ciertos besos se graban profundamente en la memoria: el cerebro los clasifica como momentos altamente significativos.
Desde una perspectiva evolutiva, también hay una función clave. El beso francés permite al cuerpo analizar el complejo de histocompatibilidad (MHC) de la otra persona, una combinación genética relacionada con el sistema inmunológico. Cuanto más diferente sea ese MHC respecto al propio, mayor es la atracción inconsciente, ya que biológicamente se interpreta como una oportunidad para tener descendencia más resistente a enfermedades.
Pero eso no es todo. Besar con lengua también favorece la salud emocional y física. Diversos estudios han demostrado que este tipo de beso reduce los niveles de cortisol, la hormona del estrés, refuerza el sistema inmunológico mediante el contacto con nuevas bacterias, y eleva la autoestima gracias a la sensación de conexión emocional que produce. Incluso puede aliviar dolores leves, como de cabeza o musculares, debido a la liberación de endorfinas.
En definitiva, besar con lengua no es solamente un gesto de intimidad o un momento romántico. Es una especie de “análisis biológico” disfrazado de pasión, que activa una red de mecanismos internos con beneficios físicos, emocionales y evolutivos. La próxima vez que lo hagas, recordá que no es solo el corazón el que se involucra: todo tu cuerpo está trabajando para vivir esa experiencia al máximo.