El error que muchos cometen antes de dormir y que puede arruinar tu vista
Muchas personas que usan lentes de contacto han caído en la tentación de dormir con ellos puestos, ya sea por cansancio extremo, un olvido o porque “no pasará nada solo por una noche”. Sin embargo, lo que parece un pequeño descuido puede traer consecuencias importantes para tu salud visual. Si alguna vez despertaste con los ojos rojos, secos o irritados, tu cuerpo podría estar dándote una señal de alerta.
Cuando se duerme con los lentes de contacto colocados, se interrumpe el flujo normal de oxígeno hacia la córnea, que es la capa transparente que cubre la parte frontal del ojo. A diferencia de otros tejidos del cuerpo, la córnea no tiene vasos sanguíneos, por lo que depende directamente del oxígeno ambiental. Al tener un lente cubriéndola durante el descanso, esa oxigenación disminuye drásticamente, lo que puede generar múltiples problemas.
Una de las señales más comunes de este hábito es despertar con los ojos visiblemente rojos o inflamados. Esto sucede porque los vasos de los ojos se dilatan para intentar compensar la falta de oxígeno. También puede aparecer una sensación de picazón, ardor o incluso visión borrosa, especialmente si el lente ha acumulado residuos o impurezas durante la noche.
Dormir con lentes de contacto también aumenta notablemente el riesgo de infecciones oculares. Entre las más preocupantes se encuentran la queratitis y las úlceras corneales, condiciones que pueden volverse severas si no se tratan a tiempo. Estos cuadros son provocados por bacterias, hongos o virus que proliferan con mayor facilidad en un ambiente cálido, húmedo y con poca ventilación… como el que se genera entre un lente y un ojo cerrado durante la noche.
Otro efecto común es el síndrome del ojo seco, en el que el ojo no produce suficiente lubricación natural. Esto genera incomodidad constante, sensación de arenilla y dificultad para mantener la visión clara, especialmente frente a pantallas o en ambientes con aire acondicionado.
Si ya dormiste con los lentes puestos por accidente, lo primero es retirarlos con las manos bien limpias. Si notas molestias, puedes enjuagar los ojos con solución salina estéril. También es recomendable suspender el uso de lentes por al menos 24 horas, dándole tiempo a tus ojos para recuperarse. Si experimentás dolor, secreción o pérdida parcial de visión, lo más adecuado es acudir de inmediato a un oftalmólogo.
Para prevenir estos problemas, es clave utilizar lentes adecuados al tiempo de uso recomendado. Algunos modelos están diseñados para uso prolongado, pero solo deben emplearse bajo supervisión médica. Además, siempre es útil llevar contigo tus gafas ópticas como alternativa para evitar dormir accidentalmente con los de contacto. También puede ser de ayuda el uso de gotas lubricantes, especialmente si usás lentes por varias horas al día.
En definitiva, descuidar la higiene y el uso correcto de los lentes de contacto puede comprometer seriamente tu salud ocular. Aunque una noche parezca insignificante, las consecuencias pueden acumularse o aparecer de forma repentina. Tus ojos son irreemplazables, y protegerlos debe ser una prioridad diaria. Lo mejor es adoptar rutinas simples que garanticen su bienestar, incluso en los días más agitados.