A 25 años de su desaparición, la familia de Bruno Gentiletti mantiene viva la esperanza: “Siento que mi hijo está vivo”
Han pasado 25 años desde la desaparición de Bruno Gentiletti, el niño rosarino que se perdió en el balneario La Florida cuando tenía solo 8 años. Su caso sigue siendo uno de los enigmas más conmovedores del país, marcado por errores en la investigación, búsquedas mal dirigidas y una madre que nunca se rindió. Hoy, con la causa reactivada y una nueva imagen digital que muestra cómo podría lucir Bruno a los 34 años, su familia vuelve a pedir colaboración para encontrarlo.

El Ministerio de Seguridad de la Nación anunció recientemente una recompensa de 1,5 millones de pesos para quien aporte información confiable sobre su paradero. Además, se difundió una progresión facial digitalizada elaborada por peritos especializados, con el objetivo de reconstruir el rostro actual de Bruno. Para Marisa Olguín, su mamá, esta noticia es una nueva oportunidad para mantener viva la búsqueda. “Yo sé que Bruno está vivo. No tengo dudas. Algún día vamos a volver a estar todos juntos”, afirmó en diálogo con TN.
El 2 de marzo de 1997, la familia Gentiletti viajó desde Las Rosas, Santa Fe, hacia Rosario para disfrutar de un día en la playa. Era una salida especial: uno de los hermanos de Bruno había cumplido años, y decidieron celebrarlo al aire libre. El clima acompañaba, pero la jornada se transformó en una pesadilla cuando Bruno desapareció sin dejar rastros.
Su madre recuerda cada detalle. Bruno, de complexión pequeña y cabello castaño, se había negado a entrar al río porque lo consideraba “sucio” y porque había sido operado del oído meses antes. “Tenía miedo de que le doliera de nuevo, por eso evitaba meterse al agua”, contó Marisa. Media hora después, el niño ya no estaba. A pesar de los pedidos desesperados, la búsqueda oficial comenzó recién varias horas más tarde, cuando ya era de noche.
Marisa sostiene que las primeras horas fueron decisivas y que las demoras e irregularidades sellaron el rumbo del caso. “Hicimos la denuncia a las 14, pero nadie vino hasta después de las diez de la noche. Ese día jugaban Newell’s contra Central, y la policía estaba concentrada en el operativo del partido”, recordó con tristeza.
La hipótesis inicial fue que Bruno se había ahogado, pero su familia nunca creyó en esa versión. “Bruno no se metía al agua. Lo buscaron donde no debían”, afirmó la mujer, quien asegura que durante meses los buzos y prefectos revisaron el río sin resultados. “Después de seis meses, la Prefectura concluyó que Bruno no estaba en el agua. Sin embargo, insistieron en cerrar la búsqueda”, lamentó.
Durante años, el caso permaneció casi paralizado. La Justicia provincial intentó archivarlo bajo la figura de “desaparición con presunción de fallecimiento”, pero la familia logró impedirlo y consiguió que se recaratulase como desaparición, lo que impide su prescripción. Gracias a gestiones personales de Marisa, la causa pasó al ámbito federal, y se sumaron equipos de Derechos Humanos y nuevos peritos.
En 2020, tras dos décadas de inacción, el expediente fue finalmente desarchivado, aunque la pandemia demoró los avances. Desde entonces, se realizaron pruebas genéticas a todos los integrantes de la familia y se incorporaron sus perfiles al Banco de ADN de Santa Fe. También se compararon muestras con las de un hombre con características similares, pero el resultado fue negativo.

“Yo miraba esa foto y sabía que no era mi hijo. Su mirada no era la de Bruno”, sostuvo Marisa. Pese a los resultados, sigue convencida de que su hijo vive. “Tengo una intuición muy fuerte. No lo puedo explicar, pero siento que algún día lo voy a encontrar”.
A lo largo de los años, la madre de Bruno enfrentó duros golpes personales: un ACV, una operación intestinal y hasta una lucha contra el cáncer. También se separó del padre de sus hijos, pero nunca abandonó la búsqueda. “Uno se deteriora con el tiempo. Tengo 55 años, pero parezco de 80”, reconoció con voz cansada.
Marisa asegura que guarda todas las pertenencias de Bruno: su bicicleta, su ropa y hasta los regalos que le compraron en los cumpleaños y navidades que pasaron sin él. “Todo está guardado, esperando su regreso”, contó con emoción.
Hoy, junto a sus hijos —ya adultos—, sigue impulsando la búsqueda con la esperanza de que Bruno lea alguna vez una de estas notas. “Quisiera que sepa que nunca dejamos de buscarlo. Es nuestra misión como familia”, dijo con firmeza.
A 25 años de aquel domingo trágico, la historia de Bruno Gentiletti sigue siendo una herida abierta en Rosario y en todo el país. Su madre no pide justicia, solo anhela el reencuentro. “Algún día Bruno va a ver que siempre se pensó en él. Nunca dejamos de amarlo ni de esperarlo”.