De jugar con trenes a dominar Hollywood: el niño que se convirtió en la celebridad más rica del mundo

En una antigua fotografía en blanco y negro, se ve a un niño de apenas ocho años con una sonrisa curiosa y traviesa. Lo que nadie imaginaba entonces es que ese pequeño terminaría cambiando el rumbo del cine para siempre. Con un patrimonio que hoy supera los 5.300 millones de dólares, este niño se transformó en la figura más acaudalada del mundo del espectáculo, superando a íconos como Oprah Winfrey, Michael Jordan y George Lucas.

Ese niño era Steven Spielberg, el director que con su cámara y una imaginación desbordante logró conquistar no solo a Hollywood, sino al mundo entero. Su historia no es solo de éxito financiero, sino también de superación personal, sensibilidad artística y una pasión por contar historias que comenzó en su infancia.

Spielberg nació el 18 de diciembre de 1946 en Cincinnati, Ohio, en el seno de una familia de tradición judía ortodoxa. Aunque su herencia cultural fue parte esencial de su formación, de pequeño luchó con la manera en que esa identidad era percibida por los demás. “Me avergonzaba cómo la gente miraba nuestras costumbres”, confesó años más tarde. Fue una etapa marcada por el conflicto interno y la búsqueda de aceptación.

Sus padres representaban dos mundos muy distintos: su madre, una pianista de concierto con alma artística; su padre, un ingeniero eléctrico pionero en informática. Sin embargo, la aparente estabilidad familiar se rompió cuando Steven era adolescente, tras el divorcio de sus padres. Esa separación lo marcó profundamente y se convirtió en un tema recurrente en su obra: niños enfrentando la ausencia, familias quebradas y la necesidad de encontrar consuelo en lo imaginario.

Durante su adolescencia, Spielberg encontró refugio en su creatividad. Le fascinaba la historia, especialmente la Segunda Guerra Mundial, no desde una perspectiva política, sino por las emociones humanas que emergían en momentos extremos. Recorría bibliotecas en busca de fotos, escribía historias y creaba personajes. Esa necesidad de evadirse del dolor personal lo llevó a filmar sus primeras películas caseras, donde experimentaba con cámaras y contaba relatos a través de su lente.

A los 17 años, dirigió Firelight, una cinta amateur que proyectó en un cine local con una ganancia simbólica de un dólar. Sin embargo, ese pequeño paso fue el inicio de una carrera gigantesca. En 1969, su cortometraje Amblin llamó la atención de Universal Studios, y con solo 22 años, se convirtió en el director más joven contratado a largo plazo por un estudio importante.

A partir de allí, la historia del cine cambió para siempre. Películas como Tiburón, E.T., Parque Jurásico y La lista de Schindler se convirtieron en clásicos que marcaron generaciones. Spielberg no solo dirigió, sino que también produjo y transformó la industria del entretenimiento. Sus películas han recaudado más de 10.000 millones de dólares en taquilla, una cifra récord que continúa creciendo.

Además de su éxito en el cine, Spielberg es un hábil empresario. Firmó un acuerdo que le otorga el 2 % de las ganancias de todos los parques de Universal Studios, lo que le asegura ingresos constantes. También es cofundador de DreamWorks Studios, responsable de producir numerosas películas y series de alto perfil.

Aunque películas como Jurassic Park siguen siendo sus mayores éxitos comerciales, su legado va mucho más allá de la taquilla. Obras como La lista de Schindler, Rescatando al soldado Ryan y Atrápame si puedes son reconocidas por su calidad narrativa y profundidad emocional.

Spielberg figura en la lista de los estadounidenses más ricos desde 1994, y cada nuevo proyecto consolida aún más su posición. Pero su riqueza no solo se mide en cifras: es uno de los pocos cineastas cuya obra ha impactado culturalmente en todo el planeta. Desde la mirada de un niño solitario que soñaba con extraterrestres hasta convertirse en el referente del séptimo arte, Steven Spielberg es la prueba viva de que la imaginación puede cambiar el mundo.