Habló el niño que envió a su madre a prisión: 17 años después, rompe el silencio

Una de las historias más impactantes que estremeció a Estados Unidos en 2007 ha vuelto a salir a la luz, esta vez con el testimonio del joven que, siendo apenas un niño, declaró contra su propia madre en un juicio que terminó con una condena de por vida. Ahora, A. J. Hutto, quien tenía solo 7 años cuando testificó, ha decidido hablar públicamente por primera vez, casi dos décadas después de los hechos que marcaron su infancia.

La tragedia ocurrió en Florida, donde Amanda Lewis, madre de A. J. y de su hermana Adrianna, fue arrestada y juzgada por la muerte de su hija de 7 años. En su momento, la versión oficial apuntaba a un accidente en la piscina del jardín, pero lo que cambió el rumbo del caso fue el testimonio del pequeño A. J., quien aseguró haber presenciado algo muy distinto.

Durante el juicio de 2008, el niño relató que su madre había reaccionado con enojo y había empujado a su hermana al agua, asegurando que fue testigo directo del momento. Este relato, expresado con la inocencia y franqueza propias de su edad, fue considerado clave por el jurado, que terminó declarando a Amanda Lewis culpable de asesinato en primer grado y abuso infantil agravado. Desde entonces, cumple una condena de cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.

Ahora con 24 años, A. J. ha retomado el tema en una entrevista con el Daily Mail, afirmando que no fue manipulado ni influenciado para dar su versión en el tribunal. Según él, solo dijo lo que había visto con sus propios ojos, asegurando que su declaración fue “palabra por palabra” de lo que ocurrió aquel día. En sus palabras: “No entendía la magnitud de lo que estaba haciendo. Solo sabía que tenía que decir la verdad”.

Tras el juicio, A. J. fue adoptado por una nueva familia, recibió un nuevo nombre y comenzó una vida completamente distinta, alejado del foco mediático. Hoy es bombero y dice sentirse agradecido por haber tenido la oportunidad de crecer en un entorno lleno de amor, en contraste con los años difíciles que vivió con su madre y hermana. “Mi vida cambió en un 360 grados”, comentó sobre la diferencia entre su infancia anterior y la que vivió con su familia adoptiva.

El joven también compartió que los recuerdos de su vida antes del juicio están marcados por el trauma y el abuso, y que tanto él como su hermana sufrían malos tratos. Asegura que esas experiencias lo marcaron profundamente, pero que también le dieron la fuerza para hablar en su momento, aunque era apenas un niño. “Adrianna era mi mejor amiga”, recordó con tristeza.

Sobre su madre, afirmó que no la ha vuelto a ver desde el juicio y que prefiere que siga así. “Es por orden judicial, pero además no quiero revivir emociones ni traumas. Fue muy doloroso tener que hablar en su contra, pero también fue un alivio saber que todo ese sufrimiento llegaba a su fin”, explicó.

A pesar del paso del tiempo, A. J. asegura que contar su historia hoy tiene un propósito: visibilizar el impacto del abuso infantil y cómo, incluso en los momentos más oscuros, la verdad puede abrir el camino hacia una nueva vida. Su relato, lleno de dolor pero también de fortaleza, ha tocado nuevamente a quienes recuerdan el caso y a una nueva generación que apenas ahora lo conoce.

En sus propias palabras: “Fue difícil, pero lo haría de nuevo si eso significara proteger a alguien que amo”. Con ese mensaje, A. J. no solo revive una historia que conmovió al país, sino que se reafirma como alguien que, incluso desde muy pequeño, eligió lo correcto. Una voz infantil que cambió un destino… y que hoy sigue resonando con fuerza.