La actriz que conquistó a Hitchcock y brilló junto a leyendas

Eva Marie Saint, una de las grandes figuras del cine clásico estadounidense, alcanza un hito extraordinario: 100 años de vida. Su nombre resuena con fuerza entre los íconos de la época dorada de Hollywood, y hoy, todavía viva y lúcida, se mantiene como una de las últimas representantes de una generación que cambió para siempre la historia del cine.

Nacida el 4 de julio de 1924, el mismo día en que Estados Unidos celebra su independencia, Saint vino al mundo en Nueva Jersey y creció en Nueva York, donde desarrolló su pasión por la actuación. Su formación actoral tuvo lugar en la Universidad Estatal Bowling Green, en Ohio, un camino que la llevaría, años más tarde, a compartir pantalla con los más grandes talentos de su tiempo.

Aunque su carrera comenzó en la televisión y el teatro a fines de los años 40, su entrada al cine fue directamente por la puerta grande. En 1954, su debut en la gran pantalla llegó de la mano de Marlon Brando en On the Waterfront (Nido de ratas), una película fundamental del cine estadounidense que no solo marcó época, sino que le valió a Eva Marie Saint un Premio Óscar como mejor actriz de reparto. Lo curioso es que recibió la estatuilla mientras estaba embarazada, y durante su discurso —con sentido del humor y emoción— mencionó que podría dar a luz en el escenario. La estatuilla le fue entregada por nada menos que Frank Sinatra.

La película sería reconocida más tarde por el Instituto Estadounidense del Cine (AFI) como una de las mejores de todos los tiempos, consolidando el impacto del film y de la actuación de Saint en la memoria colectiva del séptimo arte.

Uno de los momentos más memorables de su carrera llegó en 1959, cuando Alfred Hitchcock la eligió como coprotagonista de North by Northwest (Con la muerte en los talones), junto a Cary Grant. Allí interpretó a Eve Kendall, una mujer seductora, misteriosa y compleja, que se convirtió en uno de los personajes femeninos más enigmáticos del cine del maestro del suspense. Para asumir ese rol, Saint tuvo que transformarse físicamente: cortó su característica melena y trabajó su voz para adaptarse al estilo de la «femme fatale» que requería el personaje.

A lo largo de su carrera, Eva Marie Saint demostró que su talento iba mucho más allá del arquetipo de «rubia de Hitchcock». Exploró una gran variedad de géneros y trabajó junto a figuras legendarias como Paul Newman en Exodus, Gregory Peck en The Stalking Moon, Yves Montand en Grand Prix, y muchos otros. Se destacó tanto en dramas históricos como en comedias, demostrando una versatilidad actoral poco común.

Incluso en su madurez, no abandonó del todo las pantallas. En 2006, participó en Superman Returns interpretando a la madre adoptiva del superhéroe, reafirmando su vigencia en un cine ya muy distinto al que la vio nacer como estrella.

Un momento que quedó grabado en la historia reciente del cine ocurrió durante la ceremonia número 90 de los Premios Óscar, cuando Eva Marie Saint, con 93 años, fue invitada a presentar uno de los galardones. Con una mezcla de humor y orgullo, comentó: “Me acabo de dar cuenta de algo: soy mayor que la Academia”, provocando una ovación generalizada del público.

Con un legado que abarca más de 70 años de trayectoria, Eva Marie Saint es mucho más que una actriz centenaria: es una pieza viviente de la historia del cine. Su carrera, marcada por actuaciones memorables, colaboraciones con grandes directores y una presencia que resistió el paso del tiempo, la convierte en un emblema de elegancia, talento y longevidad. Llegar a los 100 años no solo es un logro biológico, sino también una prueba de que su luz, la misma que brilló en blanco y negro y en tecnicolor, sigue tan viva como siempre.