¿Mi gato puede llegar a odiarme? 3 señales para determinarlo
Los gatos tienen comportamientos muy distintos a los perros, y es que la mayoría de las personas tendemos a humanizar las conductas de nuestras mascotas, es decir, que cuando el animal nos muerde o araña es porque está molesto, cuando en realidad puede estar intentando llamar nuestra atención para jugar con él, por ejemplo.
¿Qué sabemos realmente de la conducta felina? ¿Un gato puede llegar a odiarnos? En esta lectura de Mundo Curiosidades profundizaremos este curioso tema con la opinión de especialistas expertos en materia.
¿Por qué mi gato me odia?
Desde nuestra perspectiva de lo que es el odio, los gatos no pueden experimentar dicho sentimiento en sí. Lo que sí, es que éstos animales pueden mostrar desprecio hacia las personas. Hay tres motivos principales que desencadenan esta conducta por parte de un gato hacia una persona:
Socialización: se trata de un periodo crucial en donde el animal aprenderá a relacionarse con su entorno (personas y otros animales). La socialización es un periodo que abarca a las dos semanas y termina a los dos meses de vida del animal, y si ésta es nula o deficiente, entonces el gato probablemente desarrolle miedo o ansiedad hacia las personas, lo que podría explicar esa conducta interpretada por los dueños de éstos tiernos animales como «mi gato me odia». Experiencias negativas y traumáticas: un gato también puede mostrarse asustado o desconfiado si ha tenido traumas a lo largo de su vida, a pesar de haber socializado correctamente en sus primeras semanas de vida. Un ejemplo pudiese ser el primer baño de la mascota, cuando ya es un adulto, y es que bañar a un gato por primera vez es una experiencia muy delicada, y si se realiza de forma incorrecta, entonces el gato puede evitar más adelante meterse dentro de la bañera o lo que es peor, que rehuya de la persona que intentó bañarlo.
Experiencias negativas y traumáticas: un gato también puede mostrarse asustado o desconfiado si ha tenido traumas a lo largo de su vida, a pesar de haber socializado correctamente en sus primeras semanas de vida. Un ejemplo pudiese ser el primer baño de la mascota, cuando ya es un adulto, y es que bañar a un gato por primera vez es una experiencia muy delicada, y si se realiza de forma incorrecta, entonces el gato puede evitar más adelante meterse dentro de la bañera o lo que es peor, que rehuya de la persona que intentó bañarlo.
Aprendizaje: es cierto que cada felino tiene un carácter único, unos son más sociables que otros, pero si nosotros optamos por darles muchas muestras de afecto a un gato que evidentemente no lo desea, entonces podemos estar creando un comportamiento de rechazo en el animal. Todo dependerá de sus experiencias vividas como animal.
Ahora que ya sabes cuáles son los factores que determinan los gestos de odio por parte del gato (desde la perspectiva humana), te explicaremos 3 señales en donde se podría interpretar que un gato realmente odia a una persona.
1. El gato se esconde cuando ve a la persona
Si notas que el animal tiene una postura corporal encorvada, cola baja, sus orejas están caídas hacia atrás, entonces lo más probable es que el gato le tenga miedo a las personas. Esto se debe a las causas mencionadas anteriormente.
2. Mi gato me evita y me rehuye
Es posible también que el gato manifieste su rechazo a las personas o deje de quererlos como antes, ya que puede haber dejado atrás rutinas con ellos, como dormir cerca o ser cariñoso. De igual forma, es probable que el felino no se deje agarrar, y esta rotura puede producirse por algunos motivos aunque, en la mayoría de veces esta conducta está asociada por un manejo erróneo por parte del cuidador.
3. Mi gato me silba, sopla o bufa
Estos son tres mecanismos que forman parte del lenguaje de los gatos y suelen indicar que algo o alguien les desagrada y actúa mediante gruñidos o silbidos para advertirnos que no le gusta algo que estamos haciendo, así que es importante detenernos y evaluar qué le gusta a nuestro felino y qué no.
Es importante tener en cuenta cada una de estas señales y no ignorarlas, más bien trabajar en ellas y buscar una solución que nos permita acercarnos más al animal, ya que si no los problemas de conducta del mismo podrían agravarse aún más.
