Un bebé falleció tras múltiples visitas al hospital sin que se detectara su enfermedad

Un caso conmueve al Reino Unido luego de conocerse la historia de Archie Squire, un bebé de apenas un año que perdió la vida a causa de una extraña afección cardíaca congénita que no fue identificada a tiempo por los especialistas que lo atendieron. Sus padres denunciaron que lo llevaron a la guardia médica más de diez veces, pero en cada oportunidad recibían el mismo diagnóstico: infecciones respiratorias o bronquiolitis crónica.

Archie, según relataron sus familiares, era un niño alegre que “sonreía todo el tiempo” y se convirtió en la luz de sus padres durante el primer año de vida. Sin embargo, esa felicidad quedó truncada por una condición extremadamente rara de la que existen menos de 50 registros en todo el mundo. La falta de un diagnóstico certero derivó en su fallecimiento poco después de cumplir su primer año.

De acuerdo con el testimonio de Lauren Parrish y Jake Squire, los padres del pequeño, todo comenzó cuando notaron que su hijo tenía problemas para respirar y estreñimiento. En cada visita, los médicos atribuían esos síntomas a cuadros comunes en la infancia, como infecciones pulmonares o bronquiolitis. La rutina se repitió en varias ocasiones, y la familia regresaba a su hogar sin una solución concreta ni estudios en profundidad.

La situación se agravó en noviembre del año pasado. Archie presentó vómitos y un nuevo episodio de estreñimiento, lo que motivó a sus padres a llevarlo otra vez al hospital. Nadie imaginaba que sería la última internación. Tres días después de su primer cumpleaños, el bebé sufrió dos paros cardíacos que resultaron irreversibles.

La sorpresa para la familia llegó después. Una autopsia reveló que Archie padecía inversión ventricular cardíaca aislada, una anomalía en la cual las cámaras del corazón se encuentran en posiciones opuestas a las normales. Esto significa que la aurícula izquierda se conecta con el ventrículo derecho, y la aurícula derecha lo hace con el ventrículo izquierdo, alterando el flujo sanguíneo.

Especialistas explicaron que esta condición podría detectarse en ecografías fetales, aunque no es común que se realicen estudios tan específicos durante el embarazo. Desde 1966 hasta hoy, se han documentado menos de medio centenar de casos en el mundo, lo que refleja la rareza de este trastorno.

El informe forense arrojó que existieron “oportunidades perdidas” para identificar la anomalía. Una radiografía realizada en octubre de 2023 mostró una sombra cardíaca que pudo haber despertado sospechas, pero no fue tomada en cuenta. En ese mismo mes se había solicitado un ecocardiograma, aunque nunca llegó a concretarse porque no se consideró un pedido urgente.

La investigación también señaló deficiencias en la atención hospitalaria: demoras en derivaciones, falta de seguimiento de visitas previas y ausencia de un enfoque diagnóstico más amplio. El extenso documento de 89 páginas subrayó que los médicos se concentraron únicamente en cuadros respiratorios comunes, sin contemplar otras posibilidades.

Hoy, los padres de Archie buscan justicia y esperan que el Tribunal Forense del Noreste de Kent determine responsabilidades. Mientras tanto, dedican sus energías a cuidar de Albie, el hermano menor del bebé, con la esperanza de que la experiencia vivida sirva para que en el futuro otros niños reciban diagnósticos más precisos.

Lauren y Jake recordaron a su hijo como un niño que siempre irradiaba alegría: “Era un bebé feliz, siempre sonriendo”. Su historia se ha convertido en un llamado de atención sobre la importancia de la detección temprana de enfermedades poco frecuentes y de la necesidad de revisar con mayor detalle los síntomas que no encajan con los cuadros habituales.