Una madre sufre una fractura de cuello tras un bostezo mientras amamantaba: el sorprendente caso que dejó perplejos a los médicos
Lo que parecía ser una mañana tranquila se transformó en un episodio inesperado para Hayley Black, una madre de 36 años residente en Milton Keynes, Inglaterra, quien jamás imaginó que algo tan cotidiano como un bostezo pudiera cambiarle la vida para siempre. En 2016, mientras amamantaba a su bebé recién nacida, Hayley se estiró siguiendo el impulso natural de un bostezo y, en cuestión de segundos, sintió un dolor intenso acompañado de una sensación eléctrica que recorrió la mitad de su cuerpo.

Según relató, “mucha gente comienza el día con un gran bostezo y nunca esperas a que terminarlo como terminó”, recordando con asombro el instante en que comprendió que algo grave le estaba ocurriendo. Lo que parecía una simple molestia pronto se convirtió en una emergencia médica que pondría a prueba su fortaleza física y emocional.
Al llegar al hospital, los médicos no lograban entender qué había sucedido. Los primeros estudios no mostraban anomalías, pero los síntomas eran alarmantes: dolor agudo, entumecimiento y una pérdida parcial de movilidad en uno de sus brazos. El equipo médico decidió profundizar en los exámenes hasta descubrir lo impensado: las vértebras cervicales 6 y 7 se habían desplazado como consecuencia del esfuerzo muscular que acompañó el bostezo. La presión generada fue tan inusual que provocó una fractura vertebral, una lesión extremadamente rara en esas circunstancias.
“Fue una locura, me dijeron que era un accidente muy extraño”, contó Hayley, quien todavía se sorprende de cómo un gesto tan habitual pudo derivar en algo tan serio. Los especialistas consideraron el caso como un incidente médico poco común, y ante el riesgo de daño neurológico, tomaron la decisión inmediata de realizarle una cirugía de emergencia para estabilizar su columna.
La operación fue un éxito, pero el camino hacia la recuperación estuvo lleno de desafíos. Durante los meses posteriores, Hayley necesitó el apoyo constante de su esposo y de su familia, ya que perdió temporalmente la movilidad y dependía de una silla de ruedas para moverse. El impacto emocional fue profundo: además de adaptarse a su nueva realidad física, debía continuar con el cuidado de su bebé, enfrentando uno de los momentos más difíciles de su vida.

Con el paso del tiempo, logró recuperar gran parte de su movilidad gracias a la rehabilitación y al trabajo constante con especialistas, pero las secuelas persisten. La joven madre fue diagnosticada con fibromialgia, una condición que le provoca dolores punzantes y descargas eléctricas desde el cuello hasta la espalda y la cabeza. Aunque el episodio ocurrió hace años, los efectos se mantienen presentes y han afectado tanto su salud como su economía familiar.
La combinación del dolor crónico y los gastos médicos llevó a la familia a atravesar una complicada situación económica, al punto de perder su vivienda. Sin embargo, Hayley ha decidido transformar su experiencia en una lección para los demás. “Para cualquiera que esté atravesando dolor crónico o recuperándose de una lesión, no hay que ignorar los síntomas ni subestimar los riesgos”, advirtió, alentando a otras personas a escuchar a su cuerpo y buscar ayuda profesional ante cualquier señal de alerta.
Hoy, su historia se ha convertido en un ejemplo de resiliencia y conciencia corporal. Aunque continúa viviendo con limitaciones y dolores recurrentes, Hayley intenta mantener una actitud positiva y compartir su caso para crear conciencia sobre cómo movimientos simples, combinados con una mala postura o tensión muscular, pueden generar lesiones inesperadas.
Su testimonio recuerda que incluso las acciones más cotidianas pueden tener consecuencias insospechadas. Y aunque su vida cambió drásticamente desde aquel bostezo, Hayley sigue adelante, agradecida por haber sobrevivido y decidida a inspirar a quienes enfrentan situaciones similares.
Una historia tan impactante como inusual, que demuestra que la fragilidad del cuerpo humano puede sorprender incluso en los gestos más simples del día a día.